Notas del más allá (Relato)
Un relato sencillito, resultado de este pequeño experimento en twitter, con apenas algunas correcciones y detalles. Creo que es un buen comienzo para mis planes de subir un relato al mes.
Además, estoy considerando hacer una segunda entrega, y quizá las cosas se pongan un poco más interesantes.
Los tres intercambiaron miradas de confusión.
¿Cómo habían terminado así, justo cuando estaban tan felices?
Parecía que había sido ayer que Irene, Nisi, Ramiro y Álvaro se hacían amigos en la fiesta de cumpleaños de su maestra de piano. No todos ellos disfrutaban las lecciones y ninguno era demasiado hábil con ese instrumento.
Sus edades eran diferentes y sus prioridades también. Pero todos tenían algo en común: Amaban la música rock. Ramiro lo traía en la sangre. Para Irene era una forma de rebelarse y para Nisi una revelación. Álvaro simplemente amaba toda la música, aunque se decantara por la música barroca.
Que rápido los había acercado tan pronto como empezaron a conversar en esa fiesta. Pero claro que no había sido ayer. Habían sido ocho años, en los cuales Irene se había convertido en estudiante de filosofía, Nisi en adolescente, Ramiro en padre y Álvaro...
Alvaro. Ese era el problema.
Alvaro estaba muerto. ¡Y justo ahora!
Por fin habían conseguido un contrato para grabar un disco recopilando sus canciones inéditas.Y ahora esa dicha se había evaporado.
Pocos días después, descubrieron que no era solamente el sentimiento el que había cambiado, también los hechos. Nisi era la única que quería tocar la guitarra, quizá más que nunca antes. Y ni siquiera ella quería practicar con la banda. Para colmo de males, era Álvaro quien componía la música de las canciones y, entre las licencias y los líos familiares, ahora no podían utilizarla.
Los ejecutivos en la compañía disquera esperaban que ellos simplemente se repusieran de su angustia, obviaran sus pesadillas, dejaran a su amigo en el pasado y se pusieran a componer algo para cumplir con el contrato. Sí no lo hacían, perder la oportunidad sería el menor de sus problemas. Acabarían con una demanda entre las manos.
Era un momento oscuro, en el que todos querían apoyarse uno al otro, pero reunirse no hacía más que acrecentar su tristeza.
Ramiro, que se sentía más solo que cualquiera, buscó respuestas en el alcohol, la terapia, los antidepresivos, y hasta en el ocultismo.
Álvaro respondió a lo último.
Después de regañarlo por estar jugando con esos "tableros de brujas", le ayudó a componer la música que les estaba faltando. Constantemente le decía que debía mostrar el progreso a las chicas, y Ramiro quiería hacerle caso, ¡de verdad!, pero era complicado. Incluso llamó a Nisi varias veces, después de practicar la mejor manera de explicarlo todo, pero siempre acababa acobardándose tan pronto como la oía, con la voz todavía algo llorosa, al otro lado de la línea telefónica.
Les tomó semanas componer toda la música que necesitaban, y aún entonces seguía sin saber como hablar con sus amigas. Entonces la compañía los llamó y se encontraron en el estacionamiento el día en que los habían convocado.
—¿Qué les vamos a decir? —preguntó Irene—. ¿Y por qué vienes sola, Nisi? Tú mamá…
—No le dije. ¡No sé cómo decirle! No podemos pagar una demanda. Y…
—Bueno, bueno, calmate. No nos van a demandar. Hay que… decirles algo… ¡Ramiro! ¡Concentrate! Tenemos que decidir que les diremos.
Ramiro había pensado en eso, tenía teorías y sabía que Irene debía tener otras mejores, aunque estuviera haciendo preguntas obvias en lugar de ofrecer sus ideas. Ella hablaría en cuanto él hubiera propuesto algo, bastaba explicar cualquiera de las opciones que él había considerado.
—¿Creen en fantasmas? —dijo en cambio.
—¿Por qué preguntas eso justo ahora? —preguntó Irene.
Nisi estaba mirándolo con aire de sospecha, pero ella sí respondió: No, no creía esas cosas.
—Yo… Vean, tengo la solución para el tema de las canciones. Pero eso es si ustedes están listas para volver a tocar.
—Sabes que no —dijo Irene, rodando los ojos—. ¿Tú has estado componiendo?
Ramiro trató de no sentirse herido por el escepticismo en la voz de su amiga.
Nisi apenas si había negado con la cabeza.
—Nisi, ¿cómo dices que no? El otro día dijiste que la música te hace sentir mejor.
Ella miró a otro lado y estuvo en silencio por un momento antes de ceder:
—No así. Tocar con ustedes…. ¡Y no podemos! Seguir con esté asunto del disco no está bien. No podemos.
“¿Por qué no?” intervino Álvaro, su voz tan viva como antes de su muerte. “¡Tienen que hacerlo!”
Nisi comenzó a explicar que no tenía sentido ahora que no estaban los cuatro. Se interrumpió de golpe un segundo después, al entender lo que acababa de pasar. Miró a Ramiro y a Irene, confundida.
Estaba claro. El fantasma de Álvaro quería que grabaran el disco.
Irene y Nisi salieron corriendo, como en su momento había intentado hacer Ramiro, pero no llegaron muy lejos antes de detenerse una vez que Álvaro comenzó a pedirles que se calmaran, con esa voz suya tan paciente pero llena de humor. Después de todo, aún estaban juntos.
Era maravilloso.
Quedaban muchas preguntas que debían responder, pero por ahora podían grabar ese disco. Ya más tarde pensarían con más calma en esos temas de la vida, la muerte, el arte y esa delgada línea en que se cruzan.
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